Un año en Puebla, el 2021
Un año en Puebla.
Por Carla Brunni
Hoy escribo esto, a un año de vivir en Puebla, un año fuerte, un año no apto para menores; y hoy por hoy puedo decir que solo aprendí pocas cosas, no voy a adularme diciendo que aprendí mucho, no para nada. Me frustré con muchas cosas. Y también volví a una rutina tediosamente ordinaria.
Pero eso sí, aprendí a volverme una carbona hija de futa sin piedad al manejar, después de manejar como provinciana de mar, me volví una callosa que maneja como trailera de Tepito mientras se saca los mocos y se pedorrea por haber comido frijoles.
El secreto es que aunque parezcas una rubia tonta con decolorante de 40 volumenes y pechos prominentes debes poner cara de hija de perra cuando se acerca el limpia vidrios que te vio como carnada perfecta solo porque eres mujer y teñida. Entonces, magicamente, huyen.
Pero es que ¿Quién se cruza la calle sin mirar antes de cruzar? Yo hubiera sido quien hubiera levantado la mano para responder en esa pregunta en esa escuela de monjas a donde nunca asistí.
Si el semáforo tiene 4 focos con uno de flecha verde, estos carbones choferes particulares se pasan con el verde regular y pese a esto, me tocan el claxon y me gritan:“avanza pendeja” cuando no debo avanzar hasta que el semáforo cambie a flecha verde. A decir verdad, quiza sea una pendeja en matemáticas y no sepa cuanto es un cuarto de chorizo cuando lo pido en el walmart así a buen ojo de cubero, pero eso si: mi examen de manejo no lo pase con 10 nada mas porque si.
En un año, fui arrastrándome en el lodo del veneno del miedo, de la muerte continua, del odio, de la ira, el coraje, las envidias y todos los sentimientos más patéticos y asquerosos que no quisieras que tu hijo jamás conociera.
Pandemicamente hablando, me fui arrastrando de enero a diciembre para al final, salir victoriosa, pues me encontré a «mucho mundo» hundiéndose inevitablemente de una u otra forma y al mismo tiempo a otros sobreviviendo sin decírselo a nadie. Y si aquí estamos es porque lo logramos, aun sobrevivimos.
Un año o mas donde covid no me tocó para nada, gracias a a dios, al universo pero sobre todo gracias a lo fuerte que soy. Papá siempre decia : Siempre lista!!! y si, siempre estuve lista.
Un año de dudas y de muchos otros imbéciles obedientes porque dentro de ellos estuve yo. Porque obedecer es lo correcto según, ¿alguien? Y si cuestionas eres un imbécil conflictivo inculto. Entonces debes ser obediente, no opinar para ser como ellos, como todos los demás.
Un año que como siempre, capitalista, pero, «pero», «pero» a la novena potencia. En donde papi lord USA (EUA)reafirma y hace visible su repudio hacia China y Rusia, como no lo es nada nuevo, pero ahora lo evidencia descalificando y negando las vacunas de esos países y acordando, aliando o (quizá) amenazando a otros países ( digamos…… países no tan ricos, no tan potencias (if you know what I mean) para respetar lo que papi lord indique, mientras tú te tomas un matcha y un panino de queso vegano en El Times Square en New york y una foto con los M&MS gigantes con tu hogdog de salchicha de pene nigeriano. Y entonces eres tan top. Eres tan cosmopolita.
Un año o más donde muchos perdimos no solo bienes materiales o trabajos, si no a nuestro propio padre, a “mi segundo papá (abuelo) y a mi “tercer papa” (mi padrino) y etcétera (como 6).
Un año o más, muy bueno para potencias y empresas mundiales de renombre, un año o mas muy malo para cualquier asalariado sin restricción de estatus social.
Un año o más en donde se volvió algo malo el valor de “ayudar al más necesitado” entonces a decir verdad recordé a baden Powell , al Che Guevara y dude de Juana de arco y bueno de otros personajes al saber que ayudar al prójimo es malo según “ciertas fuentes” . Un año o más en donde aprendí del día a día que no debemos ayudar al prójimo. Pero entonces entré en conflicto conmigo misma porque yo desde pequeña aprendí de mi familia y de los scouts a ayudar al prójimo y al saber que estaba mal acorde a muchas potencias muchas creencias muchas personas comencé a darme cuenta de que nunca seremos iguales el uno con el otro. Porque si ayudas al pobre lo acostumbras a que reciba ayuda, y es un huevon, según los de derecha , si ayudas al necesitado según izquierda lo ayudas a no robar, a tener empleo, a estudiar y salir a delante..Pero que tan mala es esa oportunidad si no la había antes?
¿Te da coraje? Pues … ¿Que tan egoístas somos entonces?
Un año que me debilitó energéticamente, tal y como se venia venir, en donde busqué por todos los medios cargarme de energía y no encontré forma alguna de hacerlo. Me fue muy difícil encontrar tan solo un lugar donde sentirme bien y en paz. Entonces comencé a carcomerme, a despellejarme, a sentir directamente el fuego quemar lo más hermoso de mí.
Mi cara se tornó dura, fría, mis ojos se volvieron secos como higos, y mis pupilas se volvieron tundra, insensibles, insensatos, indiferentes al dolor, a la opinión y al dolor ajeno.
Si alguien moría decía: ni modo. La vida sigue, fuera quien fuera. Con cara de indiferencia. Pero es que ¿Qué mas me podia dolerme ya?
Entonces volví al pasado, a navegar pero sin agua por las calles de Puebla, y todo parecía tan igual, tan establecido, la única diferencia que marcaba el tiempo era yo, siendo la misma mujer que siempre fui pero ahora con el pelo, peso, sonrisa, ojos, y mente diferente.
Volví al mismo trabajo que tuve antes de irme a Playa. Volví a ser aquella maestra chula de educación privada y de servicios por hora, volví a caminar las mismas calles, volví a reconocer las mismas plazas, los mismos parques, las mismas caras.
Yo misma caminé hacia la prisión más grande del mundo, aunque siempre tuve a mamá de visita, o alguna de mis tres amigas, algunas veces comíamos juntas otras compartíamos anécdotas del pasado mientras bebíamos nuestro licor de preferencia, otras veces reíamos, otras llorábamos, pero al termino de cada encuentro todas volvían a su vida, a su familia y a sus hijos.
Yo me dediqué a pintar mi celda de color rosa y abrí mi negocio de uñas dentro de mi habitación y me volví mi clienta favorita porque me di mi tarjeta de lealtad por atenderme en mi negocio y he de decir que tuve unas uñas hermosas, de diferentes colores, tamaños y formas.
En otras ocasiones, coleccionaba bambús en mi cuarto, hasta que un día llené la recamara con cientos de ellos y ya no podía pasar, mi cuarto olía a verde y a vida.
Otras veces, no me quedaba más que escribir lo que el corazón decía, lo que el corazón aun anhelaba o quizá recordaba. Otros momentos eran de enfermería o psicología, aunque habían otros de guerra, siempre buscaba el uniforme según el día, según la ocasión; entonces había que pelear, o tratar a los pacientes, aunque muchas veces se mezclaban las atenciones y terminaba revolviendo los propósitos hasta volver a prisión sin saber que había hecho, sin saber si habia peleado cuando debía curar o sin saber que había curado cuando había que pelear.
En marzo vino la guerra mayor pues pese a tres meses de nuestro luto por papá, vinieron los gritos, los policias, las blasfemias. Mamá habia sido dada tomar la herencia que mi abuelo le habia otorgado, y tras la muerte del abuelo la toma de posecion de la casa del abuelo se volvió un calvario que provocó odio repudio y envidia por parte de los dos hermanos de mi mamá hacia nosotras. Y así pues, entre gritos, abogados, miedos, blasfemias, lagrimas, corajes y la policia municipal del estado afuera de la casa, se logró el objetivo.
En otras ocasiones durante el año solo era ocultismo y encontrar de nuevo mi paz.
Los uniformes los colgaba dentro del nuevo closet, de la nueva casa, de la nueva vida, un closet que llora cada que lo abro. Eso nadie lo sabe, pero lo hace. Creo que más que aceite necesita un buen cierre y comienzo.
Todo un año hipotéticamente irregular, pero calificadamente dado para ser vivido, un año que me quitó de tajo lo incredula, pero la gota que no derramo ningún vaso porque soy yo.
Ahora es momento de pedir la cuenta, como clienta al mesero. ¿A dónde voy ahora?
Voy a donde esta mi corazón, mis instintos, mi energía, mi felicidad, a donde me recargo de energia todo el tiempo, a donde canto y bailo con la escoba sin prejuicios, en donde visto ropa corta, y en donde no me sale dermatitis por el frio. A donde encontré refugio sin prejuicios, donde pude ser yo, donde encontré trabajo de mi carrera. y donde mis ojos se llenaban siempre de colores.
Pero algo muy importante es lo claro que siempre he tenido que mi familia siempre estará conmigo, no importando a donde vaya, porque así ha paso siempre. Y así seguirá pasando porque a donde voy he jalado a mi familia, ha sido la razon por la cual ellos han conocido mas allá. Yo jalo a aquellos que me aman, a la travesía, a lo diferente, al éxito y a la felicidad…
Vamos a volver a empezar que tengo todo el amor de mi lado, y contra eso, nadie.
Playa del Carmen Mexico