Matices Marrón

El problema no reside en echarte de menos
Ni en las conjunciones inertes lejanas de tu mirada
pero seré concisa esta noche amor,
Y tan sensata que pensarás que no existo y es verdad.
Durante mucho tiempo he perdurado
Cual magnolia en arrecife,
Cual montaña y manantial
Escondida, poco prudente
Y briosa a momentos.
Colocada encima de un puente de madera,
Plasmada en vestimentas de óleo,
Con matices marrón y densidades de suave oro,
con lágrimas acristaladas como lagunas de un sublime recuerdo,
Eterna lucida y penetrante
Con el único aliento que aun recuerdo haber aspirado de ti
alguna vez en vida y no a través de esta fría y enorme galería
donde hoy me encuentro.


                                                         En tus labios

Con mis dedos te como con masajes impetuosos,
mordaces de fervientes deseos
y agonía placentera.

Con ellos la lujuria del andén de retorno,
descarado amante mío,
que aturde mis sueños de media noche.

Me dibujo en tus labios,
ambiguos como la aurora de cada mañana.
Y entonces me recuerdo que no basta ni
la tela de mi propia piel para deshacerme de ti.


                                                   Mis días sin rezar

La oportunidad fallida del poeta muerto que quiere vivir
se ha filtrado queriendo reencarnar
en una lechuga con pestañas profundas.

Aún hay mucho que decir,
no hay eterno descanso para mi destino
que irá frágilmente volando entre las letras
que no serán descifradas todavía.

Voy a quebrar la métrica de los versos
para que a los libros les duela como a mí me duele.
La tinta no es más que la sangre de la desdicha
que ahora brota en el segundo plano
como agua dulce y disfrazada.

En el laboratorio de esta mente escrupulosa
decido seguir con mi locura,
hasta que las hienas se anonaden
de la exquisitez del delirio y la complejidad
de mi postura al escribir.

Hasta que lo explicito sea invisible ante los ojos
de mi amante,
del fauno irreverente,
del ave sin alas,
del puerco sin patas.

El miedo habita en la orgía de los deseos,
cuando en la laguna de los sueños más dulces y reprimidos
no quedan más que trozos de piel flotando en la inmundicia
de la memoria del humano que alguna vez existió.

Que pesarosas melodías del recuerdo,
mis días sin rezar.


Fiesta en burbujas.

Viajas en mi cabeza como burbujas de champagne,
las cerezas aguardan en el dulcero de cristal,
mi entrepierna sedienta de ti,
apetitosa,
inquieta por ti.
Me recuesto en el sofá, cansada de ir y venir,
perdí el apetito y mis noches de fe,
lo único que deseo es sentirte dentro de mí con todo mi ser.
Un viernes cansado y nada legal,
quiero verte despierto, adorarte, ¿Qué más da?
paso la noche, aturdida de ti,
y acaricio mi cuello pensando en ti.
Bebo en tu nombre,
amor mío,
el reloj ya marca las dos
y las campanadas punzan en mi vientre sin ninguna explicación.
Mis dedos por mi ombligo
Ya los grillos dejan su cantar,
nunca es tarde para verme venir,
como filete jugoso
abierta,
como coral.
Pero la pregunta es la misma,
la desdicha es igual,
esta es mi fiesta,
¿Ves que no me divierto igual?
Qué más remedio,
que esperar por ti,
si el sabor de las cerezas es mi pasión de abril.
No tengo miedo de nada, excepto de ti,
que me duela el amor y yo sin ti.
Estrújame en tu pecho,
permíteme tocar,
deja resbalar mis manos,
llegaré ahí,
ya lo verás.
Apagué la vela para estar sin luz,
y la luna me ilumina desde este barrio de Andaluz,
me mira desnuda, descarada y sin pudor,
y fumando un cigarrillo mis labios me muerdo en su honor.
.
Mi pavor que alguien toque la puerta en este instante y no seas tú,
y en el estado en el que estoy,
la inconveniencia convenga complacer
y olvidarme de ti por un momento de frenesí y agitación,
aproveche mis días de ayuno
y como fiera aprenda a morder sin compasión.
Pero desgarrada en silencio estoy,
en esta noche de obscenas figuras y delicado licor.
sola,
tumbada en el sofá,
brindando por su ausencia,
por otro día mas.
Las burbujas en mi cabeza me hacen alucinar,
y me proponen llamarlo para que juguemos a amar,
entonces me pongo roja como manzana
y suave como el algodón,
tan solo pensarlo quiebra mis piernas,
sí quiero dolor.
Pero sé que las mismas burbujas que me hacen volar,
se disfrutarían mil veces mejor
si estuvieras aquí
compartiendo mi delirio,
mezclado a mi sudor.
En la misma entrada del atrio donde
te conocí,
ahí es donde te espero para volverte a sentir.

Martina Rodríguez
Escritora
Andalucía, España
Febrero 1984


                                            Con las ligas de mi propia voz

Me atoro entre mi lengua
para cerrar la entrada de mi verdad
enroscada como anaconda
puberta, sencilla ante sus besos
y áspera al morder

Me cierro con la lujuria
que me aguanto en mil costales de incertidumbre
y me clavo ante sus ojos
como coneja de  bosque  frio y
desolado.

Es mi manantial de anhelos
dulce en sabor,
mis lunas crecientes,
campos de abril
toda una eternidad
no me basta
para sentir.

El fuego es  mi delirio
y mis noches aprendiz
en mi vientre  contacciones,
en mis labios la raíz

Me adhiero  como el barro
para su cuello acariciar,
la piel es mi esponja
que no me deja respirar

Las cartas del juego
en la mesa del señor,
los días que no llueven
pero añoro su calor

Tan efímero un  instante
que como estrella fugaz
ha pasado por  cielos
sin dejarse mirar

Entonces  atoro mi lengua
y no me puedo decir
que confundida en sus brazos
solo quiero existir.

Y tan prudente esta vez,
con las ligas de mi propia voz
me repito dos veces
que te quiero,
corazón.


Meretriz 69

Veintisiete punzadas en mi vientre
justo antes de dormir
y en un solo pensamiento
sé que estás aquí.

En relieve mis pechos
esperan a que vengas sobre mí,
en mi clítoris su boca
es la escena
que provoca.

Las almohadas que me ahogan
no me dejan respirar
sus dedos me detienen de poder continuar.

El café en la mesa,
«Julie London» en mi hogar,
esta noche es mi jungla
y la idea
es no pensar.

Caramelos en mi boca
grosella al degustar
y mientras ya estas adentro
solo quiero rezar.

En mis piernas la sierra
de la muy mala intención,
el maíz mis muslos
no fue mala inversión.

Largo es el camino
y en mis poros expresión
no hay grietas ni señales
de que sexo sea amor.

El agave se me escurre
cuando lo empiezo a tragar
y en pequeñas mordidas
mis flores en aureolas
erectas,
están.

En mis piernas
el acto
mis noches de arrabal,
un éxtasis en copas
todos quieren mirar.

La sombría de mis ojos
el vino tinto
y mi lápiz labial,
mi noche en gemidos
soy una puta más.

Es mi media luna en fantasía
cuando se ha ocultado el sol
que salgo a consolar a este pobre corazón.

En el bar de “Magbe”de la calle de Nardu,
mis noches en París,
y mi sombrero azul.

Cinco minutos
en secuencias express
despierto del orgasmo
que me ha causado placer.

Y prendo mi último cigarro
cepillo mis dientes,
y ya debo partir
y así noche tras noche
para volver a sentir…
3:50 am



Me atoro entre mi lengua
para cerrar la entrada de mi verdad
enroscada como anaconda
puberta, sencilla ante sus besos
y áspera al morder

Me cierro con la lujuria
que me aguanto en mil costales de incertidumbre
y me clavo ante sus ojos
como coneja de  bosque  frio y
desolado.

Es mi manantial de anhelos
dulce en sabor,
mis lunas crecientes,
campos de abril
toda una eternidad
no me basta
para sentir.

El fuego es  mi delirio
y mis noches aprendiz
en mi vientre  contacciones,
en mis labios la raíz

Me adhiero  como el barro
para su cuello acariciar,
la piel es mi esponja
que no me deja respirar

Las cartas del juego
en la mesa del señor,
los días que no llueven
pero añoro su calor

Tan efímero un  instante
que como estrella fugaz
ha pasado por  cielos
sin dejarse mirar

Entonces  atoro mi lengua
y no me puedo decir
que confundida en sus brazos
solo quiero existir.

Y tan prudente esta vez,
con las ligas de mi propia voz
me repito dos veces
que te quiero,
corazón.


                                                     Me voy con el

No pude haberme mirado así,
el antifaz que mordía mis miedos
y me retraía cada día al despertar.
Mi vida a trozos,
despojada,
cundida en una feria de chicharos
quemando mi rostro.
Salpullido peregrinado
en fila india y con hachas
dispuestos a verme doler hasta las venas.
Una agonía impredecible,
sin azúcar,
y dos pesos de lágrimas de cristal.
Escamas de oro,
y en mis ojos el mar,
el espejo es mi enemigo
y todas las demás.
No hay eco que susurre como el viento
la cura de esta enfermedad,
que utopía degenerativa
que como arruga se disemina
hasta en polvo quedar.
Nada perdura,
el amor se va,
el tiempo se va
y yo me voy con el.
Corro el rimel barato
y el labial que en sangre confundí
los matices de mi reflejo
solo miran con desdén.
No pude haberme mirado así,
el antifaz que mordía mis miedos
y me retraía cada día al despertar.


Ausencias

Mi amor, te he buscado noche y día
te he citado y tú no estás,
te he mirado en mis constantes
de donde no quisiera despertar.

Y tengo que admitir
que te he buscado noche y día,
porque te algo y tú no estás
porque me irradia la vida de todos días
desde que mis pies tocan la arena
hasta que mis ojos piden paz
te he buscado noche y día
Porque te algo
sin que nadie lo sepa
porque despierto y eres tú
porque mis calles en silencio se quedan
cuando mis labios ya en tinta se besan

Y así los días,
las noches en luz de foco
o los días en luz de mica
y así la noche
bajo mi tenue frazada
o bajo estrellas que me miran desde que me siento viva.

Pero mi ausencia se vuelve un eco
que nadie ansia respirar
y en el mar encuentro mi único refugio
porque has errado sin estar.
Y mientras aquí me encuentro
de pie y sin fallar
buscándote noche y día
desde el primer amanecer de verano
hasta el postrero solsticio que en mis ojos brillará.


Se me sube a la cabeza, me baja secuencial,
rodea mis pechos,
contonea mi carne flácida dirigida a lo mas durito de mi.
Voltea sin vergüenza,
vuelve a subir, en punto ciego,
se retrae antes de caer al piso,
golpea mi corazón lagrimeando dos veces por segundo
en cronometro momentáneo,
energía pura,
luz convertida en cristal,
sangre dispersa,
caliente,
invernando en ojos sintéticos,
fuerza,
espasmos malditos a mis piernas ligeras
que siguen el camino, subiendo,
moldeando cada pedazo de mi carne blanca,
erizando mis bellos,
sin rozar uñas, sin rezago de ejemplos,
jugo agridulce,
quebrada,
hervida en brazas,
Así me luzco,
pavorreal de mañana
soy otoño,
frío y caliente con dos de azúcar,
soy el rocío en pétalos y un último suspirar,
desdén de paraísos
y plural del pronombre
que me he bloqueado en mis labios escarchados de sal,
singular inexistente
de uno de mis mas profundos sueños.


Matices Marrón

El problema no reside en echarte de menos
Ni en las conjunciones inertes lejanas de tu mirada
pero seré concisa esta noche amor,
Y tan sensata que pensarás que no existo y es verdad.
Durante mucho tiempo he perdurado
Cual magnolia en arrecife,
Cual montaña y manantial
Escondida, poco prudente

Y briosa a momentos.
Colocada encima de un puente de madera,
Plasmada en vestimentas de óleo,
Con matices marrón y densidades de suave oro,
con lágrimas acristaladas como lagunas de un sublime recuerdo,
Eterna lucida y penetrante
Con el único aliento que aun recuerdo haber aspirado de ti
alguna vez en vida y no a través de esta fría y enorme galería
donde hoy me encuentro.


Desglosada

I
En mis episodios de sueño,
vuelvo al invernal sufragio de amor,
de barcos hundidos
parpadeos de nostalgia compartida,
conjunciones perdidas en el oxigeno
desglosado en textos,
tipografías duras de soltar.
II
Amor,
y duermo letanía
como solemne
himno perdido,
aborazada de la incertidumbre
sin ningún consuelo
sin ningún fastidio.
III
Soy solo un concepto perfecto
que no revierte la mortalidad
de una carne ardiente como la mía.
No hay mas que el sol en mi propio llanto,
no hay mas que vida en este cuerpo humano.
IV
Lección mímica,
de mi noción desglosada en vino
porque soñar fue mi desdicha,
y hoy mi eterno castigo.
V
Pero si volver a soñar
fuera a perderte a un segundo vivo,
yo velaría esta noche horas y horas
y así tenerte
tan solo un poquito.
Despierta.
Isidra Oconell.
Dentista de consultorio privado.
​Año 2011


I
​Lo hago cada que voy a dormir,
cuando la lluvia se detiene por momentos,
cuando el ruido se confunde con la seriedad de la noche.
II
Mis manos me acarician como los primeros rayos del sol
que obligan parpadear al callejero de la calle treinta y dos.
Mi lengua se filtra entre mis labios
como amorfos bípedos
que luego llegan al corazón.
Maldita sea me repito,
maldita sea sin decir más.
III
Lo hago cada que voy a dormir
filosofías homogéneas,
personalizadas,
de colores,
IV
Un existencialismo ocurrente,
con características propias de una como yo.
Mis dedos concluyen el paseo por mi cuerpo,
como museo de arte
bajan,
suben,
se deslizan con mi permiso.
V
Resina de cedros,
océano azul,
mi esencia sin nombre
y  me hiervo en mi.
VI
Él, mi viajero transversal,
se me van las letras
y así me quedo,
dormida
con solo una imagen turbia
escasamente,
evidente…


Y me vuelvo a encontrar con la perpendiculridad de su mirada,
sobriedad que alimenta mi ego
abrupto sedimento humano,
reflejo caliente, de mis pasos a seguir.
La receta de su sexo
me come los nudillos de cada asimetría de mi cuerpo,
textura sofisticada que rostiza mis vellos.
y yo no se que haría sin la magia de las palabras
ni la versatilidad de mis dedos
cuando viajan por su mapa como tren perdido sin destino
.
que metamorfosis transformada
en el alimento que mantiene vivos a los muertos.
Que cosquilleo
que me deja presa sin escape
rodeada por tropas de guerra con las que habría que luchar.
Soy victima, desarmada y desnuda,
de carne empellejada y sutilmente pegajosa.
y me vuelvo a encontrar con la perpendicularidad de su mirada,
mi juego y desvelo,
cigarro atómico cubierto en deseos,
misantropía de noche,
que como dioses
merecedores del tacto y pelaje ajeno
nuestro credo, denuncia y anuncia,
nuestra piel con tan solo afecto,
eres mi efecto
de tan sublime cuerpo
que se evapora con el paso de las horas,
y eventualmente
con el tiempo.


Sube a la cabeza,
baja secuencial,
rodea mis pechos,
contonea mi carne flácida
dirigida a lo mas durito de mi.
Voltea sin vergüenza,
vuelve a subir, en punto ciego,
se retrae antes de caer al piso,
golpea mi corazón lagrimeando dos veces por segundo
en cronometro momentáneo,
energía pura,
luz convertida en cristal,
sangre dispersa,
caliente,
invernando en ojos sintéticos,
fuerza,
espasmos malditos a mis piernas ligeras
que siguen el camino, subiendo,
moldeando cada pedazo de mi carne blanca,
erizando mis bellos,
sin rozar uñas, sin rezago de ejemplos,
jugo agridulce,
quebrada,
hervida en brazas,
Así me luzco,
pavorreal de mañana
soy otoño,
frío y caliente de azúcar,
soy el rocío en pétalos y un último suspirar,
desdén de paraísos
y plural del pronombre
que me he bloqueado en mis labios escarchados de sal,
singular inexistente
de uno de mis mas profundos sueños.


Pero que broma tan mas petulante,
la de pretender quererte como una realidad de masas,
como la de abeja de miel,
como la del rey sin espada.
auto mofarme de la saliva
que escurre la elocuencia de mis sentidos
no disemina las hipérboles de la razón de este enunciado,
y si volver al vacío cuando no hay hoyo me crea quien soy ahora,
prefiero el lino que la seda
y la lima que del limón.
No hay noche remediada en una taza de suspiros
que me recuerde de nuevo,
no hay melancolía voluble sumergida
en silencios especulatorios de una mente ordinaria de leche cortada,
prefiero la superficie de la razón absoluta,
cordiales buenos días
y aguas del cielo
llueve en noviembre.


Nadie habría sabido mas de cuerpos como yo,
nadie habría roto instantes
con cada fluido que habría de haber recorrido
por mis venas apaciguadas el licor de su sudor
y el extracto de su aliento.

Nadie habría de haber probado sus huesos ensalsados con el carbón de su piel,
cuerpos homogéneos,
a cuatro patas,
pelajes sublimes,
cajita musical.

Los circuitos anestesiados
habrían sido la maniobra del acto,
nadie mejor que yo habría sabido que mis muslos deseosos
por sus manos vertebradas y calientes
se habrían de saciar

Sus labios y mi soñar a desdicha,
sentir
y mañana otro día.

Nadie mejor que yo lo habría conjeturado así
mirado venir,
como nubes de confeti,
que mi boca a su estrofa
mi lengua mejora
Y como un instante
de luna de menguante
y de fino cedro
mi dulce pelaje

filetes degustados,
intranquilos,
en la rueda,
mi eterno castigo.

Te voy como en cada estruendo,
me voy como en cada vuelo.